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Eslovaquia, revelación del Este

A AUSTRIA Y HUNGRÍA LES SALE UN RIVAL

800px-Vinohradnicke oblasti SlovenskaCon una superficie de viñedo de unas 22.000 hectáreas, Eslovaquia se convierte en un pequeño productor de vino que agrupa sus vides en la parte más meridional del país y que comparte algunas de las castas típicas centroeuropeas en sus 603 núcleos municipales dedicadas a este ancestral cultivo que, como en Alemania o Austria, impulsaron los romanos. A la par, continúa el conflicto por el uso del nombre del tokaji, denominación que quedó dividida entre Eslovaquia y Hungría tras la partición del imperio austrohúngaro.

Los eslovacos, que comparten el amor por la cerveza de sus vecinos checos y alemanes, cuentan con gran tradición en la elaboración de vino desde el impulso que le otorgó la emperatriz María Teresa, cuyo reinado transcurrió entre los años 1740 y 1780, al enamorarse del peculiar sabor a frutos del bosque de la casta frankovka modrá, mejor conocida por sus nombres en Austria (blaufränkisch), en Alemania (lemberger) y en Hungría (kékfrankos). Este hecho propició que Bratislava, capital del país, llegara a ser en 1825 el segundo mayor productor de vino espumoso del mundo tras Francia, con el apogeo de la empresa J.E. Hubert. 

Con un consumo por persona y año cercano a los 13 litros de vino, Eslovaquia es un claro importador, ya que produce una media de 34 millones de litros, de los que exporta alrededor de 10 millones de litros a sus países vecinos y a Estados Unidos, y adquiere el vino suficiente, en torno a 40 millones de litros anuales, hasta completar los 65 millones de litros que aproximadamente beben sus habitantes. Su magnífica relación calidad/precio le permite abrir nuevos nichos de mercado en el exterior y competir en su tierra con otras bebidas más populares como la cerveza. 

Escenario durante el pasado año de la XIX Edición del Concurso Mundial de Bruselas, que se celebra de manera itinerante, Eslovaquia, que obtuvo sorprendentemente un elevado número de medallas (60 sobre un total de 214 marcas participantes), aprovechó para vender al mundo la originalidad de unos vinos escasamente conocidos en el panorama internacional. Éxito para nada casual, ya que en el Concurso Vinalies de París cosechó un total de 44 medallas, siete de ellas de Oro. 

Los viñedos eslovacos, como los de sus vecinos alemanes, se sitúan en su inmensa mayoría en las laderas de los montes que les protegen de las inclemencias meteorológicas, especialmente de los durísimos inviernos centroeuropeos. Para ello cuentan con la complicidad del Danubio, que ayuda a conseguir unas temperaturas medias más suaves que en el resto del país. La pluviometría de las distintas zonas de producción eslovacas oscila entre los 500 y los 750 litros anuales, lo que permite un buen desarrollo de los vinos blancos aromáticos y de algunos tintos suaves como el pinot noir. 

Las castas más comunes 

La uva welschriesling o riesling itálico, de origen poco conocido (sin relación con el riesling, su nombre croata, graševina, puede apuntar a un origen balcánico), se ha colocado como una de las uvas eslovacas más apreciadas en el contexto internacional, algo que ha ocurrido también con la müller-thurgau, variedad híbrida de origen alemán, obtenida por el suizo Hermann Müller con el cruce de riesling y madeleine royale, que se ha adaptado muy bien a los terrenos eslovacos. Y la local devín, un cruce entre tramín červený (gewürztraminer o savagnin rose) y veltlínske červeno-biele (roter veltliner), que lleva el nombre del famoso castillo de Devín. 

Pero al igual que en Austria, los vinos elaborados con grüner veltliner, la uva blanca centroeuropea por antonomasia, son los que predominan en las regiones de Nitra y Pequeños Cárpatos en el sur del país y también en algunas zonas del centro. Su potencial de maduración, su cuerpo, su capacidad aromática y su magnífica acidez, además de sus múltiples facetas que la hacen apta hasta para elaborar vino de hielo, la convierten en la reina de las variedades blancas. 

Entre las castas tintas, la frankovka modrá es la más apreciada por los eslovacos, especialmente la procedente de Raca, en los Pequeños Cárpatos. Se trata de un cruce entre la gouais blanc y otra variedad por ahora desconocida. Sus aromas son un compendio de frutos del bosque como arándanos, grosella negra y moras con tonos de canela. Igual que los consumidores de vino en el país vecino hablan de paradoja francesa cuando tienen índices de colesterol relativamente bajos en comparación con las grasas animales que utilizan en su alimentación, gracias al vino, los eslovacos tienen su paradoja en esta variedad, ya que desde tiempos de la emperatriz María Teresa se asegura que sus altos índices de resveratrol combaten toda suerte de enfermedades. 

Procedente de lugar ignoto, aunque más probablemente de Austria que de las tierras borgoñonas de las que habla su leyenda –cosa que descartan las pruebas de ADN-, la svätovavrinecké o sankt-laurent es otra de las variedades de uvas tintas más apreciadas del país por su enorme potencial aromático. Junto a ella, la universal cabernet sauvignon se ha hecho cada vez mayor hueco. Pero la otra gran uva adaptada a esta tierra es la dunaj (Danubio), tan robusta como el río cuyo nombre porta, creada en el instituto de investigación vitícola eslovaco VSSVVM y que es fruto de un doble cruce: el inicial entre muscat bouschet (uva de la familia de los moscateles también creada en ek instituto) y blauer portugieser con la sankt-laurent. Es la contribución eslovaca a la ampelografía internacional gracias a esta singular hibridación que ofrece vinos amplios y estructurados en la zona más cálida del sur del país. 

Las regiones eslovacas del vino

Malokarpatská está en el suroeste del país, en la confluencia de los ríos Danubio y Morava. Conocida por la diversidad de sus suelos en un área de 5.360 hectáreas, las uvas más extendidas son grüner veltliner, welschriesling, devín y chardonnay, además de la frankovka modrá y la blauer portugieser.

Juznoslovenská, con 5.345 hectáreas, constituye un microclima en la parte más meridional del país y pegada al norte del río Danubio. Alguno de sus rieslings han sido ensalzados tanto por Robert Parker como por el 'Wine Spectator', aunque también tienen buen potencial el chardonnay y el sauvignon blanc, además de la familia de los pinots en sus facetas de blanco, gris y negro, el cabernet sauvignon y el dunaj. 

Stredoslovenská, con poco más de 2.500 hectáreas, se sitúa en el sur central del país en una zona montañosa con mayores precipitaciones y temperaturas algo más bajas. Destacan en las variedades blancas welschriesling, grüner veltliner, müller-thurgau, gewürztraminer y pinot blanc y en tintas frankovka modrá, sankt-laurent y blauer portugieser, además de una potente cabernet sauvignon.

La región de Nitra, una de las más apreciadas del país con apenas 3.900 hectáreas, se distingue por la cantidad de ríos que la atraviesan, entre ellos el Nitra, el Hron y el Zitava y las áreas montañosas que la circundan, lo que crea un maravilloso microclima que da carácter a los rosados de cabernet sauvignon, los tintos de feteasca o los blancos de gewürztraminer, además de sus vinos espumosos.

Vychdoslovenská, con poco más de un millar de hectáreas, se ubica en el este y sureste del país junto al extinguido volcán de las montañas de Vihoriat. Su suelo volcánico es ideal aquí para castas como pinot blanc, chardonnay, müller-thurgau, frankovka modrá y pinot noir. 

Eslovaquia comparte, finalmente con Hungría, el área de Tokaj, con sólo 900 hectáreas situadas en el sureste del país. De turbulento pasado volcánico, esta zona produce con facilidad la botrytis cinerea que da lugar al milagro de los tokaji elaborados con las caatas furmint, lipovina y muskát zitý. El vocablo 'tokaj' podría proceder del antiguo término eslavo 'stokaj', que se refiere a la confluencia de dos ríos, en este caso el Bodrog y el Tisza; otros dicen que procede de la palabra aremnia que significa 'uva'. La tradición de este tipo de vinos se remonta al siglo XVI, aunque no es hasta dos siglos después cuando alcanzan su edad dorada. 

Bodegas y vinos eslovacos

La bodega Château Bela-Rivel, ubicada en la región de Juznoslovenská, es la punta de lanza de la vitivinicultura eslovaca y nace de la colaboración del enólogo alemán Egon Müller, icono del Mosela, con su colega eslovaco Miro Petrech. Se trata de una bodega con 80 hectáreas que se dio a conicer cuando el norteamericano Robert Parker otorgó 90 puntos a su Riesling 2001, puntuación que el 'Wine Spectator' elevó hasta los 91.

El complejo, conocido además por sus cabernets sauvignons y sus pinots noirs, cuenta con un hotel de cinco estrellas dedicado al relax y el descanso con productos derivados del vino. Posee también el restaurante Balducci en el que predomina la cocina regional con toques internacionales. 

En la misma región se sitúan las bodegas Strekov 1075, con 10 hectáreas, Kasnyik y Bott Frigyes, tres marcas de tres viticultores, que se enorgullecen de elaborar vinos naturales con la expresión del terruño específico de la orilla norte del Danubio (loess con subsuelo de arcilla y lima). Este movimiento, denominado 'Auténticos', ha logrado introducir sus vinos en los locales más chic de Praga. 

Mrva & Stanko, situada en Malokartpastká, apellidos de los dos socios de la bodega, nació en 1997, con el impulso del enólogo Vladimir Mrva, formado en Austria. Merecen la pena sus ediciones limitadas denominadas WMC (Winemaker's Cut) tanto en blancos como en tintos. Su rosado de cabernet sauvignon 2009 fue el primer vino eslovaco elegido en las Vinalies Internacionales de París como Mejor Rosado.

También en esta zona, la bodega Karpatska, con 40 hectáreas de viñedo, 28 de ellas acogidas a producción integrada, elabora sus Varieto, colección de vinos blancos, tintos y rosados monovarietales; los 4 Zivly (4 elementos) compuestos por mezcla de otras tantas castas envejecidas en barrica y Delimure, vinos dulces monovarietales elaborados como vinos de hielo, vendimias tardías o vinos de paja.

La región acoge también la empresa Golguz, una antigua cooperativa agroalimentaria comunista hoy privatizada, que cuenta con 240 hectáreas que el enólogo Miroslav Hrncar convierte, desde su refundación en 2007, en magníficos vinos monovarietales de devín, riesling o müller-thurgau en blancos o frankovka modrá, dornfelder o alibernet (cruce de alicante bouschet y cabernet sauvignon) en tintos.

Aquí se ubica también la empresa Elesko, propiedad de unos eslovacos que hicieron fortuna en Rusia y que han dado un enorme impulso al enoturismo en el país. La industria cuenta con 110 hectáreas en diversas zonas del país para la elaboración de vinos tranquilos y espumosos y 15 hectáreas más en Tokaj. Entre sus vinos más interesantes destacan los monovarietales de zweigelt (cruce entre frankovka modrá y sankt-laurent), dunaj y frankovka modrá en tintos y tramin cerveny y riesling, en blancos.

Elesko cuenta con un museo de arte con obras del genio del movimiento pop Andy Warhol, cuyo amor por la tierra de sus ancestros le llevó a crear un museo en el país de nacimiento de su familia, además de otras colecciones de arte africano como el de la dinastía fang. Posee un restaurante de cocina regional con vistas al viñedo y un bar para catas y recepciones. 

Los vinos de Matysák, elaborados desde 1989 por Marek y Kristina Matysák, se encuentran entre los mejores del país, especialmente su línea Prestige Gold dedicada a vinos monovarietales en una producción que sobrepasa el millón de litros. 

Entre los mejores tintos de Eslovaquia se encuentran los vinos del enólogo Milan Pavelka, especialmente los de pinot noir y frankovka modrá, además de su rosado de frankovká y cabernet sauvignon. Gozan también de gran prestigio sus ediciones limitadas Paves de blancos y tintos fermentados y envejecidos en barrica.

En Tokaj merece la pena destacar la bodega Macik, uno de sus mejores viticultores, que exporta más del 30% de su producción a diversos países como República Checa, Reino Unido o Japón. También la hacienda Ostrozovic, propiedad de la familia del mismo apellido, que cuentan con 67 hectáreas la mayoría de las variedades típicas en la elaboración de vinos con botrytis. 

En definitiva, Eslovaquia es un pequeño país de gran potencial en vinos aromáticos y originales que, poco a poco, han conseguido compartir su espacio con la todopoderosa y sempiterna cerveza.

 

Fuente: JOSÉ LUIS MURCIA para www.elmundo.es

 

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